Situado al sudeste de Arbúcies (Girona), en lo alto de una colina de
650 metros de altura que separa los arroyos de Breda y Arbúcies, cuenta
una antigua tradición que un general francés llamado Maus se perdió en
el bosque y trepando a lo alto encendió una hoguera, con lo que su
criado la vió y fue al rescate. Por este motivo mando contruir el
fuerte.
Afirman también que la noche de San Juan, al tocar las doce
campanadas en el reloj de Breda, se abre una camara del tesoro. Pero lo
que ha perdurado más es la leyenda que cuenta como en las noches de luna
llena se proyectaba la sombra de la reina Guillema de Montcada y sus
doncellas tendían la ropa, tocaban y cantaban.
El obispo de Breda fue a asustarlas porque los vecinos estaban
temerosos y vió como saltaban del Montcau al Gorg Negre, que es una hoya
siniestra de aguas negras y plagada de leyendas. Hacia poniente hay una
piedra muy grande y plana que llaman Seia de la Bruixa (Silla de la
Bruja), llamada así porque dicen que una de las brujas se sentó en ella
antes de lanzarse al Gorg Negre de Gualba.
En ella están supuestamente las huellas de unas nalgas y cuatro más:
de mujer, de caballo, de buey y de perro. Afirman que en esos animales
se transformaba cuando quería. El señor de Montsouriu se servía de las
brujas y permitía que vagaran libremente por el territorio.
Otra leyenda sobre el castillo dice que la noche de San Juan, en el
momento en que suenan las doce campanadas, en la torre más alta del
castillo aparece una dama medio desnuda y con la cabellera al aire. En
una mano lleva una linterna y en la otra un gran cuerno. Hace sonar este
y al cabo de unos instantes le responde otro, tocado por un caballero
que aparece por el Coll Castellar, cabalgando sobre un caballo negro que
echa fuego por la boca. La dama monta en un caballo antes de que acabe
la última campanada y ambos se pierden en la noche hasta el año
siguiente. El sonar de los cuernos es escuchado por la gente que vive en
los pueblos de las Guilleries.
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