jueves, 6 de septiembre de 2012

EL VALOR DE LA MEDITACIÓN

EL VALOR DE LA MEDITACIÓN

Todos buscamos la felicidad. Hay quienes saltan de una relación a otra con la esperanza de en­contrarla. Hay quienes se rodean de bienes mate­riales y quienes intentan encontrar la felicidad ayudan­do a los necesitados. Ninguna de estas alternativas es, en sí misma, equivocada, pero no nos darán lo que en el fondo estamos buscando. Nos angustiamos cuando la relación en torno a la cual hemos basado nuestra vida se vuelve superflua. Nos sentimos abatidos y perdidos cuando nuestros servicios en un trabajo dado han con­cluido y nos enfrentamos al despido. Cuando los ami­gos, los hijos, etc., se van experimentamos casi un pro­ceso de duelo.

El Tarot nos enseña que existe una sensación de feli­cidad duradera que todo el mundo puede alcanzar. La finalidad del Tarot no es —y nunca ha sido— pronos­ticar posibles desenlaces de situaciones reales, sino mostrar cómo cada persona puede vivir una vida más satisfactoria sin importar que, por ejemplo, trabaje se­senta horas a la semana, críe sola a sus hijos o viva en una gran ciudad.

Al practicar la sabiduría del Tarot aprenderemos a ser felices en casi todas las situaciones, incluso en aque­llas que nuestra mente juzga difíciles o intolerables. El fundamento del Tarot muestra que es posible dejar a un lado el miedo, la angustia y la cólera y, a través del desarrollo y la realización personales, resolver las con­tradicciones internas para alcanzar un estado de sereni­dad en la vida cotidiana.

En la meditación dirigimos conscientemente nues­tros procesos mentales de un estado a otro, por ejemplo, del deseo al amor. Existen muchas formas de meditar. Una de ellas consiste en mirar fijamente un objeto, ya sea de nuestro cuerpo o ajeno a él, para meditar sobre un problema personal. Esta técnica pretende arrancar los estratos del mundo exterior despertando un nivel de conciencia muy sutil. Siga su propio ritmo y no intente ajustarse a normas acerca de lo que «debería» experi­mentar a medida que ahonda en la meditación.

Ésta no es más que una orientación general. A medi­da que «profundice» en la meditación, descubrirá —sin saber cómo— qué debe hacer.

Una vez que haya elegido el elemento sobre el que desea meditar, elija el palo adecuado y escoja la carta o las cartas pertinentes. Por ejemplo, si cree que hay poco amor en su vida, elija el As de Copas y/o el Dos de Co­pas. Coloque las cartas erguidas sobre la mesa o la repi­sa de la chimenea, frente a usted, y deje que su mente deambule por las imágenes que muestran. No busque resultados «inmediatos». Contemple relajadamente las imágenes. Con el tiempo, absorberá las enseñanzas y los consejos que las cartas le brindan. Poco a poco, atraerá hacia su vida justamente aquello que echa de menos. Otro ejemplo es el trabajo. Si no encuentra la clase de trabajo ideal para usted, seleccione, por ejem­plo, el As de Oros. Coloque la carta erguida sobre la mesa, frente a usted. No tiene que contemplarla, sino simplemente dejarla sola, permitiendo que adquiera vida. Puede tenerla expuesta durante varios días, sema­nas o incluso meses. Con el tiempo, se convertirá en un foco para su mente y poco a poco usted arrastrará hacia su vida el tipo de trabajo que le conviene. Es posible que llegue por algún encuentro fortuito o bien porque la propia vida lo impulse a tomar una nueva dirección.



QUÉ HACER

Siéntese con la baraja en la mano y pase las cartas con rapidez. Deténgase en un naipe que le atraiga, ya sea por el dibujo o porque siente el deseo de explorar su ámbito de experiencia. Coloque la carta sobre la mesa, frente a usted.

Si lo desea, puede explorar tres o incluso cuatro car­tas al mismo tiempo. Dispóngalas en fila sobre la mesa, con un objeto detrás para mantenerlas erguidas. Si quie­re, puede encender una vela a ambos lados de la hilera y/o poner una música de fondo suave y sugerente.

Pregúntese por qué desea explorar el terreno que su­gieren los naipes que ha elegido. Examine los pensa­mientos que comienzan a fluir por su mente. No los juz­gue, no se aferré a ellos, pero tampoco los arrincone.

Ahora, respire profundamente y deje que los pulmo­nes actúen como una bomba de succión. Inspire paz (el color azul) y espire tensión (el color rojo). De esta forma se estabilizará durante el tiempo que lleve la meditación.

Si desea analizar un tema concreto, enfoque su men­te directamente hacia ese tema, de modo que forme lite­ralmente un solo cuerpo con su propia experiencia. Deje que la escena que muestra la carta represente un punto crítico importante en su vida. Contemple toda su experiencia personal en relación con la situación que aparece en la carta. Concéntrese visualmente en lo que la carta le muestra. Tal vez exhiba «una escena dentro de otra escena», que revele algo de su significado más íntimo. En cierto momento, es posible que perciba en la carta algo muy diferente de lo que la vista alcanza a ver, lo cual es bastante «normal»: está experimentando la apertura de un estado de conciencia más profundo. Es posible que al principio no sea capaz de dar sentido a las imágenes, pero a medida que se suceden las sesio­nes de meditación, descubrirá que su nueva visión espi­ritual adquiere forma. Un recién nacido no puede dis­tinguir las cosas que ve hasta que transcurre cierto tiempo. Nosotros tropezamos con iguales limitaciones en cuanto a nuestra visión espiritual o «psíquica».

Antes de comenzar la sesión, es importante que lea y comprenda el significado de las cartas. De lo contrario, podría salirse por una tangente que nada tenga que ver con la simbología real de la carta.

Llegado cierto punto puede, si lo desea, cerrar los ojos, si bien sólo usted decide cómo dirigir sus sesiones. Con todo, es preferible no consultar libro alguno, ni si­quiera éste, hasta que la sesión haya concluido. Ante todo, evite crearse ideas preconcebidas sobre cómo de­bería transcurrir la sesión, qué debería sentir o qué de­bería obtener de ella.

Cada vez que inicia una sesión y «penetra» en una de las cartas, está creando una energía sumamente posi­tiva y aumentando su nivel de conciencia. Es importante trasladar esta energía al mundo «real» para que salga algo «realmente» bueno de ella. Esta energía pasa del estado meditativo a la esfera de la actividad cotidiana a medida que usted regresa de la meditación a su marco mental «normal». Si finaliza la sesión con un estado mental irritado o la ejecuta precipitadamente, buena parte de la energía positiva se perderá.

Antes de terminar, dedique unos minutos a recordar las razones que lo llevan a practicar la meditación y lue­go dirija su energía al cumplimiento de esos objetivos. De esta forma se asegurará de que ocurra tal dedicación a esos objetivos y comenzará a sentir los beneficios rea­les y positivos de su trabajo.

También es importante trasladar los frutos de la me­ditación a la vida cotidiana.

A medida que avance en su sesiones de meditación, adquiera una mayor conciencia de sus reacciones im­pulsivas y, en lugar de seguir ciegamente sus pensa­mientos y sentimientos, observe su mente, sea cons­ciente e intente enfrentarse a las situaciones con la máxima habilidad. Si consigue hacerlo, estará demos­trando el éxito de su meditación sobre el Tarot y evolu­cionando positivamente.

Durante la meditación, su mente tenderá a pasar de una cosa a otra sin una secuencia lógica. Así funciona el inconsciente: a partir de asociaciones. Unas veces se emocionará y su mente volará sobre centenares de re­cuerdos olvidados, concibiendo nuevas ideas, deseos, pensamientos, revoluciones, planes, aspiraciones, etc. Otras veces, la meditación sacará a relucir imágenes muy agradables, mientras que otras mostrará cosas que tiene reprimidas, remembranzas que no desea afrontar y experiencias que ha intentado expulsar de la mente. También las experiencias «malas» ayudan a curar. Es preciso que la experiencia negativa aflore a la superficie para que sea totalmente expiada. Todos hemos tenido experiencias con las cuales, inconscientemente, hace­mos pequeños nudos que mantenemos por debajo del nivel de conciencia. Sin embargo, esas experiencias de­ben salir a la superficie, y así lo harán, como pequeñas burbujas, para desaparecer definitivamente cuando re­gresen al nivel de conciencia por última vez. Trabajan­do de esta forma, descubrirá que el Tarot es un remedio sumamente eficaz, un proceso terapéutico que nada tie­ne que envidiar a otros métodos. Por muy dolorosa que resulte la meditación, llévela hasta el final: es preferible soltar algunas lágrimas que arrastrar toda esa carga du­rante los próximos veinte años.

La visualización es otro método excelente. Imagine que una luz de color azul claro entra en su cabeza, des­ciende por el abdomen y sale por los pies. Concéntrese en esta experiencia e imagine que su cuerpo es un reci­piente vacío.

Si se descubre rodeado de imágenes o sensaciones extrañas, no se preocupe, son reacciones normales de la mente para adaptarse a la nueva actividad meditativa que usted ha emprendido. No hay razón para alarmarse. Todo lo que tiene que hacer es observar las emociones o imágenes que se suceden alrededor, sin intentar rete­nerlas ni apartarlas. Con el tiempo, se desmaterializarán voluntariamente. Si una experiencia concreta dura de­masiado tiempo o aparece con regularidad, lo más con­veniente es abandonar la meditación hasta que las cosas se calmen.

Algunas personas creen que no pueden meditar o que nada ocurre mientras lo hacen. Si éste es su caso, acepte que necesitará más tiempo para salir de sus vie­jos patrones mentales y que los cambios positivos tal vez ocurran más lentamente al principio, mientras se llevan a cabo en un plano más básico. Cuanto más pro­fundo sea el nivel del cambio, más tardará en hacerse perceptible.

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